jueves, 5 de diciembre de 2013

Día quince: Soliloquio

" Y porque yo misma estaba entonces
segura de que terminaría muriendo de
inanición bajo la piedra derribada que
me atrapaba los miembros."
Clarice Lispector - La pasión según G.H


, estando tan ocupado. Me ensalivé la cara y pensé, sin remordimientos, en la necesidad, imperiosa, de hacerme estallar los dientes con un relevo de datos; arañarme la espalda, marca de ménade, para testimoniar mi transformación; es que se aprende más de lo que nos lastima que de aquello que nos bendice.
No me canso de esta muerte social, de este silencio, de esta frialdad y aunque la cama aúlle buscando consuelos mi voluntad férrea se vuelve insobornable como mi memoria.
Cuando estuve destruido en el suelo, contraído en espasmos, pagando los pecados de mi ingenuidad, el cielo apenas se movió. Y ahora que, al menos, soy capaz de arrodillarme en digna posición, empieza a moverse fatuo esperando vaya a saber qué cosa de mí. No tengo nada que entregarte. Estoy seco.
Este nacimiento me golpea en la cara como un beso sangrante. No quiero loco, no cuerdo puedo, sólo me queda el discurso, éste que no está sujeto a nadie porque perdí la fe en las personas.
Ya no hay palomas blancas de libertad sólo capullos de orugas durmientes;tampoco hay un vivir sino un metódico pasar de los días. Te invito a imaginarme así: leyendo la vida que no puedo tener y escribiendo aquello a lo que no puedo llegar. No hay molestia tan original como la de enredarse a quien te ofrece
su precario presente y, sin embargo, es incapaz de dar su verdadero ser,porque no sabe donde está. Y cansado estoy de los vínculos famélicos. La ciudad no es otra cosa que seres en despojo.
Mi extremo grado de exposición como una mariposa disecada, me hace abrir al mundo como si fuera la boca del mismo pasado, me extiendo en la realidad con solvente transparencia.Traigo a mí aullidos pasados y gritan todos juntos como si hubiese abierto una sepultura.
Independientemente del resultado obtenido con las personas,ya sea positivo o negativo, aflora en mi una soberbia vulnerabilidad y me siento como el bebé más pequeño, más prematuro y más abandonado del mundo, en la noche más lluviosa y más dolorosa de la existencia del cosmos.
Porque hay planetas que estallaron en mis garganta.
Sé que mi camino llego a su fin, es decir que llegué a la puerta de un comienzo. Y pienso, pienso lo siguiente:


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