sábado, 26 de octubre de 2013

Día Trece: La transversalidad

" Sólo yo, en cierto modo,
no soy el mismo, y al fin,
esto es lo mismo también."
Fernando Pessoa


A la vida no puedo ir si no me corto. De la vida no puedo venir si no me desmiembro. En la vida no puedo estar si no me parto.
En cada paso que doy el sudor me derrite. Y por el suelo sucio de los charcos urbanos se precipita mi pasado en capas como una cebolla desvestida.
Estoy alcanzando semejante estado de purificación que dios sonríe desde mi dermis y el cometa de los nuevos sortilegios hace cuna en mi boca.
Al final del sendero me espera un nuevo paisaje el cual no puedo habitar si no logro inclinarme y permitir que el cuello se me rasgue. Es preciso que un línea me divida transversalmente, me deje en vísceras y , por sobre todo, separe mi pasado del presente.
Un comienzo es la destrucción masiva de todos los finales.
Ya va siendo hora de guardar todos los trajes, de poner a dormir todas las imposturas. No es tiempo de la estrategia de la supervivencia.
He venido a presentar al verdadero, al que dormía en la garganta del mundo. Hablará a partir de ahora el que con sus dedos le toma el pulso a la vida. Vendrá, entonces, el que codifica el canto de la tierra. Cantará, por fin, el que derrite soles en su saliva.
Cuando todo duerma haré música con mis suspiros para que, como un faro, el camino hacia la palabra que salva sea, de una vez por todas, revelado.

domingo, 20 de octubre de 2013

Día Doce: Última carta

"También nosotros teníamos una relación:
Cables tensados entre nosotros,
estacas demasiado profundas
como para poder arrancarlas, y
una mente como un anillo corredizo,
cerrado sobre algo veloz,
cuya constricción también
me mataba a mí."
Sylvia Plath - El ojeador de conejos -

Amado: 
             Le escribo estas últimas líneas con mi alma hecha pedazos, erosionada como terreno abandonado, partida, como las olas que estornudan entre las piedras.
Desde que hacia mí su voz ya no llega vivo ahorcándome con el aire, rebotando por las calles y arrastrándome entre una lágrima y otra.
En esa vida suya que no me contiene se sucedió la revelación de mi abandono. En espacio inhabitable porque usted ya ama yo encontré mi veredicto. Usted no me ama a mí, usted no ama a quién ató en su vida y olvidaba en el perchero de mi cama de amante. Usted a usted se ama. Usted es incapaz de amar a otra persona que no sea usted mismo. Yo apenas fui la sal que condimentaba esa cena putrefacta, que usted se obliga a creerla manjar.
Usted a mí no me necesitaba más que como una consecuencia auditiva. Vino hacía mí sabiendo que me podía fracturar. Y con mi última dignidad de objeto mancillado tuve la delicadeza de romperme en pedazos sin que el sonido del desmembramiento arañe sus oídos. Mi dolor es un triunfo que no estoy dispuesto a entregarle.
Astillado como el vidrio enajenado pienso tomar mis fragmentos y perseguirlo. Sudado buscarlo por las calles con mi cara desencajada, con mis pupilas hirviendo de venganza. Iré con los pedazos de vidrios puntiagudos a su encuentro. Uno a uno se los clavaré en el pecho. Meteré uno de mis pies de amante vagabundo en su boca. Lo asfixiaré con mi trayectoria y lo dejaré morir.
Le tengo un amor grande, predestinado, una conquista, suya, que nunca legitimiza. Me niega, se niega, nos niega. Su cobardía ensucia el mundo.
Hay una palabra que podría salvarnos de todo pero su comodidad es tan grande, tan intensa, tan totalitaria y tan abarcativa que prefiere vivir limpio en sus mentiras que sucio de sus realidades.
Usted para mí no vive, usted para mi agoniza.
Lo quiero ver serpentear en el piso, con el cuerpo convulsionado para que, cuando dirija su mirada a mi cuerpo de ángel asesino, sorprendido de mi extremo odio, pueda darse cuenta que tan absoluta es mi ira por que tan grande fue mi amor.

sábado, 12 de octubre de 2013

Día Once: El aislamiento

"Yo antes quería ser los otros para conocer
lo que no era yo.
Entonces entendí que yo ya había sido
los otros y que eso era fácil.
Mi experiencia más grande 
sería ser el otro de los otros:
el otro de los otros soy yo."
Clarice Lispector

Opté por volver a mis extraños aislamientos, aceptando que éste no es un día para hacerme pasar por ser humano. Hoy soy reptil y necesito enterrarme, evadirlo todo y dormir.
Cualquier persona, en uso de todas sus facultades, evitaría contar esto que yo quiero narrar en tiempo presente. Tejería hilos de verbos pasados, consolándose en recordar y no en narrar. Los recuerdos suelen ser más dolorosos que el hecho que les dio vida, pues uno los manipula. Al instante nadie puede tocarlo. El instante es lo que es y hacia Él hay que inclinarse.
El presente me abraza de nuevo, vuelvo a estar ahí, no quiero ser un viejo frente a una fogata que recuerda y narra a niños boquiabiertos esplendores que ya no brillan, y se hace agua que moja el suelo minutos antes de que sus ojos se transformen en gotas de petróleo y comiencen a morir.
Yo sólo quiero ser el valiente que se narra a sí mismo, Quiero ser el que no recuerda, pero sí relata. Escribir no es más que encontrarse con lo que uno tiene y desconoce. Yo me conozco, yo supe muy bien lo que estaba pasando, tuve las agallas de vivirlo, lo viví para contarlo. Lo viví para no inventarme nada, para no ser una copia de algo ya contado. Lo viví para seguir siendo diferente. Lo viví para que el día de mañana me leas, lector, porque encontrás en mí algo que no se consigue en las farmacias, y eso te haga volver. Viví lo que viví, viviéndolo ni más ni menos que para comprender.
Lo único que realmente me importa en esta vida es saber. El saber me es reconfortante, pero no significa que no deba pagar por eso un justo precio. Un precio por el conocimiento.
Tengo muchas ganas de escribirlo en presente, porque como dije antes detesto los recuerdos. Pero también tengo ganas de revivirlo, con la templanza que sólo se logra sabiendo que alguna vez uno le vio los colmillos a dios y todavía sigue cuerdo.
He matado a mi personaje, se han roto las máscaras de aquello que sólo fue puro teatro. Mi inteligencia se fue de paseo y eso me entristece, ya no puedo ni entretenerme, ni distraerme con el conocimiento. Por lo tanto, voy a tener que confesarme:
Cuando uno trata -desesperadamente- de encontrar una manera de vivir y vuelve a la Vida una ciencia, se condena al fracaso. Me repiten historias, me repito momentos, me repito actitudes y así nace mi repudio. Buscando el prototipo de persona, no vi los hechos. Éstos últimos son la clave del buen funcionamiento; la copia de la copia de la copia de aquello que alguna vez tuviste y te hizo feliz, no garantiza una reiteración de esa felicidad.
La persona no es un conjunto de hechos, son sus hechos lo que lo hace persona; recién ahora lo veo claramente. Y para tener este saber en mí he dejado de creer en las personas.
Solo va aquel al que solo han dejado,ausente de vida y con presencia de ausencia. Ayúdenme a que ayude a la ayuda que se solidariza conmigo y quizás ya no tenga ojos de muerte. ¡Quemen mis manos, si han de tocar lo incorrecto!, hagan una fila delante de mí, mientras yo me escondo. 
Hagan silencio y tengan paciencia,la muerte es puro protocolo.

viernes, 11 de octubre de 2013

Día diez: Los días del abandono

"Escribir es un modo de localizar mi hambre,
 y el hambre no es sino un vacío."
Siri Hustvedt - Todo cuanto amé -


Tengo una cama que nunca se desarma 
al no ser visitada por la valentía,
es el dolor de la pulcritud que encuentra 
sus sedimentos en la cobardía.

Me han condenado
a una existencia de despojos
veo el robo de mis posesiones enajenado
¿oyes cómo, con sangre, se rompen mis ojos?

Yo ya no vivo, yo me erosiono
y cuando de mí quede el último rastro de polvo,
vendrás victorioso
a escupir mis sobras.

Dibujé tu imagen
en el espejo de las sombras,
rompí el vidrio
deshaciéndome del equipaje.

Cada pedazo de recuerdo,
me lo clavo en la carne
quiero ser vivo un almanaque
para, con sangre, ser el que marque
ausencia de días en mi cuerpo.

No concibo otra existencia
que la de apenas vivir, astillado;
se acabaron las experiencias
el mundo se ha apagado.

Fue en ese instante,
en el que tu voz perseguí
que, tras haberme encontrado con hielo,
automáticamente dejé de vivir.





sábado, 5 de octubre de 2013

Día Nueve: Cuarta Carta

Sin duda el ser dichoso
es la culpa más grave,
pues mi fortuna adversa
dispone que la pague
con que a mis ojos tus luces falten."
Sor Juana Inés de la Cruz

Amado:
             Pedí la piedad. Es que me encuentro clavado en la cruz de su ausencia. Invertido. Una misa negra de madrugada empetrolada, un altar repleto de cuervos que graznan lamentando su semblante desaparecido.
Es que usted se fue, obligado por las circustancias, justo cuando la música del amor se estaba convirtiendo en un totalitarismo. Cada parte de mi piel que fue besada por usted arde en esta noche. Desde lejos pueden ver en mi cuerpo todas estas pequeñas fogatas. Resplandezco, con fuegos fatuos. Soy el faro que guía los lamentos de la madrugada hacía mí. Soy el objeto gritante rodeado de mariposas ocres que me envuelven con sus alaridos. Soy lo que usted de mí ha hecho, un lobo al que le quitaron su luna.
Usted es mi materia y mi forma. Y no hay sistema de pensamiento que pueda ignorarlo.
¿Sabe? Camino por las calles viendo los besos que otros se dan. Recuerdo los nuestros. Y trato, también, de observar qué es lo que tienen ellos. Y de qué nosotros carecemos. Fuimos arrastrados por una fuerza magnética que logró que nuestros cuerpos chocaran produciendo grietas en el universo. Y lo hizo pese a todo aquello que realizamos para evitar la colisión. Por lo tanto, arañando mi mente, le pregunto en silencio ¿Cuál es nuestro destino? No me obligue a la ignorancia. Usted sabe perfectamente de qué y para qué estamos hechos. Usted sabe a ciencia cierta lo que el futuro nos grita. Por favor, no me suelte nunca. No me pierda, no me deje caer.
Mis pupilas diáfanas lo buscan en la oscuridad de esta soledad. Lo rastreo como un cíclope, lo invoco como una sirena. Sea capaz de volver a mí. No me abandone. Si usted no vuelve se me rompe el mundo y no tengo capacidad para armarme otro. Lo esperé toda la vida. Cuando más sufrí, más profundo caí, cuando me entregué a una existencia gris, usted apareció. No llego a mí en completa disponibilidad. Y ahí lo tiene, y ahí nos tiene: dos animales mordiendo todos los obstáculos que nos aíslan. A veces con poca fuerza, pero con contundencia; a veces con furia feroz. Pero en su aliento siento que me considera su destino. ¿Cuánto tarda el ser humano en hacerse cargo de su propia valentía?
Quédese conmigo, véanos como somos, la fe razonada de un corazón inteligente; su cuerpo me ha elegido, su corazón me llama, su pensamiento es mío y duermo en su alma. Tráigame un hecho contundente que nos una por siempre. Tenga valor, vea mi mano en su frente, mire mis ojos que le dicen que no han de abandonarlo. Crea en nuestro futuro. Porque es éste el presente donde el tablero se patea, porque este el presente donde nos damos cuenta que somos el amor. Y la vida sin amor no tiene sentido.

(Continuará...)

jueves, 3 de octubre de 2013

Día ocho: Tercera Carta

"Que tu cuerpo sea siempre
un amado espacio de revelaciones"
Alejandra Pizarnik


Amado:
            Estoy moldeado completamente por tus gemidos. Yo era algo que ya no soy. Caí en tus manos, imperfecto, y me deshice: me lloví entre tus dedos mojándote; me hiciste de nuevo. Tu saliva me inculcó el nuevo orden y entre besos, renacido, este golem que soy te es.
¿Y en qué parte de toda esta locura fue cuando comenzaste a hablar mis pensamientos? ¿Cuál fue el momento exacto en que llegamos a cerciorarnos que había una manta tejida por nuestros vocablos? 
Te tomé la mano junto al sol de octubre ¿has podido sentir mi desesperación? Me solté liviano luego de ver cómo te confundías con el asfalto y este claustro mío me reclamó, soberano.
Y ya no hay batallas contra la coherencia, ni aduana contra las confesiones. Ya no existe la palabra aprisionada. Mucho menos el pensamiento cercenado. Sólo nos han quedado los ojos que se cubren con humedad de ahogo.
Cada partícula de la realidad tiene tu nombre. Y lo repito hasta el cansancio. ¿Has notado, en nuestro último abrazo, el asombro del mundo? Lo hemos conmovido. ¿Te acordás de mis manos, de mis dedos clavándose con dulzura en tus omóplatos? Te abrazo con poderosa pureza. Me encierro en tus brazos que es la única manera que encuentro para abrirme.
No tengo piel, solo embrujo. Ella se ensancha, se estira al verte. Jamás se repliega. Se extiende poderosa al notar tu presencia; me salen manos. Te tocan todas.
Antes de despedirnos me arrodillé en tu boca y supliqué en silencio. He aquí lo que he pedido:


(Continuará)