sábado, 5 de octubre de 2013

Día Nueve: Cuarta Carta

Sin duda el ser dichoso
es la culpa más grave,
pues mi fortuna adversa
dispone que la pague
con que a mis ojos tus luces falten."
Sor Juana Inés de la Cruz

Amado:
             Pedí la piedad. Es que me encuentro clavado en la cruz de su ausencia. Invertido. Una misa negra de madrugada empetrolada, un altar repleto de cuervos que graznan lamentando su semblante desaparecido.
Es que usted se fue, obligado por las circustancias, justo cuando la música del amor se estaba convirtiendo en un totalitarismo. Cada parte de mi piel que fue besada por usted arde en esta noche. Desde lejos pueden ver en mi cuerpo todas estas pequeñas fogatas. Resplandezco, con fuegos fatuos. Soy el faro que guía los lamentos de la madrugada hacía mí. Soy el objeto gritante rodeado de mariposas ocres que me envuelven con sus alaridos. Soy lo que usted de mí ha hecho, un lobo al que le quitaron su luna.
Usted es mi materia y mi forma. Y no hay sistema de pensamiento que pueda ignorarlo.
¿Sabe? Camino por las calles viendo los besos que otros se dan. Recuerdo los nuestros. Y trato, también, de observar qué es lo que tienen ellos. Y de qué nosotros carecemos. Fuimos arrastrados por una fuerza magnética que logró que nuestros cuerpos chocaran produciendo grietas en el universo. Y lo hizo pese a todo aquello que realizamos para evitar la colisión. Por lo tanto, arañando mi mente, le pregunto en silencio ¿Cuál es nuestro destino? No me obligue a la ignorancia. Usted sabe perfectamente de qué y para qué estamos hechos. Usted sabe a ciencia cierta lo que el futuro nos grita. Por favor, no me suelte nunca. No me pierda, no me deje caer.
Mis pupilas diáfanas lo buscan en la oscuridad de esta soledad. Lo rastreo como un cíclope, lo invoco como una sirena. Sea capaz de volver a mí. No me abandone. Si usted no vuelve se me rompe el mundo y no tengo capacidad para armarme otro. Lo esperé toda la vida. Cuando más sufrí, más profundo caí, cuando me entregué a una existencia gris, usted apareció. No llego a mí en completa disponibilidad. Y ahí lo tiene, y ahí nos tiene: dos animales mordiendo todos los obstáculos que nos aíslan. A veces con poca fuerza, pero con contundencia; a veces con furia feroz. Pero en su aliento siento que me considera su destino. ¿Cuánto tarda el ser humano en hacerse cargo de su propia valentía?
Quédese conmigo, véanos como somos, la fe razonada de un corazón inteligente; su cuerpo me ha elegido, su corazón me llama, su pensamiento es mío y duermo en su alma. Tráigame un hecho contundente que nos una por siempre. Tenga valor, vea mi mano en su frente, mire mis ojos que le dicen que no han de abandonarlo. Crea en nuestro futuro. Porque es éste el presente donde el tablero se patea, porque este el presente donde nos damos cuenta que somos el amor. Y la vida sin amor no tiene sentido.

(Continuará...)

1 comentario:

  1. "Fuimos arrastrados por una fuerza magnética que logró que nuestros cuerpos chocaran produciendo grietas en el universo. Y lo hizo pese a todo aquello que realizamos para evitar la colisión."

    ResponderEliminar