domingo, 29 de septiembre de 2013

Día siete: Segunda Carta

"Amado dueño mío,
Escucha un rato mis cansadas quejas,
Pues del viento las fío,
Que breve las conduzca a tus orejas,
Si no se desvanece el triste acento
Como mis esperanzas en el viento."
Sor Juana Inés de la Cruz

Amado: 
             Bienvenido al viaje hacia el corazón de mí mismo.
Esta noche estoy muy enojado, diabólicamente enajenado. Siento que puedo rebotar por toda la habitación, golpearme con todas las paredes, estrellar mi boca contra los ventanales y que los vidrios me atraviesen las encías. 
Son muchas horas las que dedico diariamente a construir una disciplina. Tengo que inventar un temperamento que no poseo. Debo poseer más filamentos de los que creía. Por eso, desnudarme en prosa ante usted me lleve más tiempo del que yo quisiera. Quiero quedar expuesto como una llaga que grita como un objeto salvaje.
El tiempo me sepulta y me hace sentir insignificante. Lo dolorosamente paradójico es que pensar en el tiempo hace que uno lo pierda. Pensarlo y tenerlo, hacerlo existente, para perderlo y agotarlo, después.
Quiero, también, quitarme de encima toda esta suciedad que me huele a fracaso.
La libertad de una memoria viva arrodillada en la lengua mía que todo lo narra, en los dedos míos que escriben la parcialidad de una vida, la porción de un recuerdo. Los recuerdos jamás logran alumbrarse del todo. El recuerdo no es un conjunto entero. No es eso lo que quiero.
La ficción no es una mentira. Aunque sí es cierto que los hechos verídicos sufren una constante metamorfosis. Las partículas de realidad comprobada parecen, además de transformarse, respirar. Tienen movimiento, reciben alegre y educadamente a esos detalles que las maquillan volviéndolas otras y se inclinan doblegadas ante lo poético. Pues contar no sirve de nada sino va acompañado de una exquisita manera de contar. Creo que estos detalles de estilo necesarios no hacen mella en la veracidad del relato. Aunque mantengo esa convicción no es eso lo que quiero.
Disciplina, Pulso, Descripción, Contemplación, Obsesión por el detalle, Subjetividad basada en percepciones objetivas. Desde ustedes salgo, hacía lo que viene, voy. Aunque ese es mi presente, y me condiciona, no es eso lo que quiero.
El ser humano sólo se paraliza ante dos cosas.
Seamos más exactos.
Hay sólo dos fenómenos en los cuales el ser humano se mantiene inmóvil, para entregarse, luego, a una fuerza que lo consume y lo arrastra sin que él tenga control sobre nada.
Esos dos fenómenos son: el sexo con amor (pasión) y el miedo.
Ambos paralizan a su manera.
Que haya escrito tanto, justifica el fiel mural al que le dí colores con mi pintura dual. Atravesado , estoy por estas dos magnitudes. Es que yo soy como el sexo, despojo y encuentro. Me pierdo para encontrarme, y cuando ya fui hallado, heme aquí, devorado y perdido. Me hago cargo de todo esto sin embargo, no es eso lo que quiero.
Soy la trampa verdadera de la mentira más absoluta, porque me parezco tanto a lo que soy, que realizado entre música y recuerdos, me entrego a la noche. Lo admito pero no es eso lo que quiero.
Me gusta sentarme en la garganta del mundo. Abstraído, alejado de todo como un consorte que ha traicionado: confinado, castigado. Hay una vitalidad misteriosa que hace que todo exista, me toma y me deja, innumerables veces.
Mundo, en esta vida y en todas mis vidas, : Tu lengua me penetra en cada una de ellas. Es una descripción posible aunque no es eso lo que quiero.
Probé tus habilidades y demostré mis satisfactorios desempeños. Te besé, te amé, te comí.
Fuimos animales , y a la vez, más personas que nunca. Esto me encadena pero lo suelto apenas por un momento. Esta noche no es eso lo que quiero.
Y en esta acción de narrar, más que Yo-piel : Yo-prosa. Me cubro de Lenguaje porque, con anterioridad, fue él quién me ha dirigido; irguiéndose apelativo me ha persuadido para después tomarme. Yo, su posesión, consumiéndome. Fue la Lengua, que me hizo Lengua, la que me disfrazó y me volvió escrito: yo soy la voz escrita, este papel, mi espejo. Defensa. No es eso lo que quiero.
La vida es un apenas. Vivir es asomarse. Nuestros días confeccionan un balcón mediante el cual observamos el Todo. Pero nunca vamos a verlo en su totalidad, la vida es demasiado breve y nuestra estupidez es , por momentos, excesiva. Nuestra prioridad es el balcón. Siempre lo será. El paisaje, el Todo, el exterior (que en realidad es interior, es centro, es núcleo) jamás nos llamará la atención. Como seres humanos nos gusta la cercanía, el control y el entendimiento. Por lo tanto, la vida no es otra cosa que pereza y comodidad.
Pecaré de soberbio al afirmar que me he tirado del balcón y camino, descendente, por el aire para acercarme al Todo. Yo estoy viendo con los ojos reales. No viajo solo: llevo todo mi presente conmigo. Es de esto de lo quiero hablar. Porque en esta noche decir "todo" es decir su nombre. Porque esta noche decir "presente" es invocarlo a usted, es reconocer que lo encuentro en todo, afirmar que me pierdo en usted por que me encuentro en usted, porque amarlo es ver la sonrisa de dios en sus pupilas.

(Continuará...)



1 comentario:

  1. "Soy la trampa verdadera de la mentira más absoluta, porque me parezco tanto a lo que soy..."

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